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Graffiti mujer/ Graffiti Woman: Arte Urbano De Los Cinco Continentes/ Graffiti and Street Art from Five Continents - Couverture rigide

 
9788425221071: Graffiti mujer/ Graffiti Woman: Arte Urbano De Los Cinco Continentes/ Graffiti and Street Art from Five Continents
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Texto del primer prólogo:

‘Prólogo

Hubo una época en la que creía que ser ‘mujer en un terreno dominado por los hombres’ carecía de importancia. El nombre que había elegido no era señorita no sé cuántos y en cuanto a mi estilo, que se desarrollaba espontáneamente, no tenía ninguna importancia que yo llevara falda o pantalones, daba igual. Bueno, quizá sí tenía algo que ver. Dentro de mí, una voz me decía que me olvidara, me lo decía llena de irritación, sin ceder: ‘¡Mierda, tengo que pasar ya de esto! Tengo que ser sincera con todo este rollo. Sé quién soy. Siempre lo he sabido. Mi madre y la madre de mi madre pelearon muchos años para que yo pudiera escoger mi camino sin encontrarme atada por mi sexo. No quiero reproches, ni tampoco aplausos, no los necesito. Vais a saber quién soy de una forma o de otra, así que no os quedéis con cara de no entender porque allá voy’. Sí, creo que eso me describe bastante bien: así era la pequeña Swoon, y con veintidós años, algo que demostrar al mundo.

Llevaba un par de años pintando en la calle cuando oí a la gente que pedía que un tal Swoon viniera a la ciudad para exponer. Yo me reía y callaba. Resultaba divertido ver que la gente flipaba cuando por fin me veían. Me hacían gracia las caras de satisfacción y las descripciones llenas de asombro: ‘¡Y no levanta más que esto!’ (y hacían con la mano el gesto de señalar mis escasos 1,55 m). Entonces decidí seguir por ahí y viajar y participar en esas exposiciones, pero me di cuenta de que las únicas mujeres representadas eran casi siempre las novias de los artistas. ¿Dónde estaban mis mujeres, las que conseguían a mordiscos hacerse un hueco en la vida? Sabía que existían, pero casi nunca me las encontraba. Me sentía algo sola y enfadada.

La gente se fijaba mucho en mí pero porque era mujer y eso hacía que me sintiera como aparte y que no llegaba a ser alguien, sino que era una cosa, por no hablar de la condescendencia con la que me trataban. ‘Mira lo que pueden hacer las chicas, qué monas. A la mierda con ese rollo. Así no quería que me trataran. Pero recuerdo otras cosas que me gustaron: un correo electrónico de una chica de 16 años de Georgia, una charla improvisada grabada con tres mujeres en San José, después de una inauguración, o la chica de Berlín, en mi primera exposición, que me agarró de la mano en medio de todo el jaleo y me dijo: ‘Escucha, me has cambiado la vida’. No he olvidado todavía la expresión de su rostro. No supe qué decir, sólo quería llorar y no la comprendía, entonces aquel río de gente nos arrastró y volvimos a la fiesta sin más.

Y esto es lo que hay. Soy de una ciudad pequeña de Florida. Era la ‘artista’, ‘el bicho raro que no se depilaba las piernas’, y la chica a la que las animadoras llevaban a un lado para confesarle que a veces lo único que les apetecía era acurrucarse en la cama y leer un libro. En esos momentos mostraban una inteligencia que no se atrevían a mostrar en clase. Siempre es un honor que te con-fíen algo, pero entonces casi siempre sentía una rabia incontenible que me consumía. ¿Por qué ocultáis eso? ¿a quién se lo escondéis?, me preguntaba. Vale, seguro que nuestras madres trabajaron un montón, pero a mediados de los noventa, en una cultura como en la que me crié, existían estas chicas que animaban en los partidos y patinadoras muy monas con toda la tropa adorándolas en la rampa de skate. Pero lo que a mí me desesperaba era que no se veía por ningún sitio esa cultura de las mujeres que hacían algo por sí mismas.

Ahora suena raro, pero cuando escuché por primera vez a la pequeña Ani DiFranco, con sus diecinueve años, la cabeza rapada, su guitarra acústica y su sello discográfico casero, mi mundo pro-vinciano se estremeció. Podía haberme ocurrido de cualquier otro modo, con cualquier otra mujer con quien yo me sintiera identificada porque hacía las cosas a su manera. Riot Girls era un ya movimiento lejano (que no sé muy bien por qué nunca llegó a mi ciudad) y las mujeres que quemaban sus sujetadores en la década de los setenta formaban parte de un mito aún más distante. ¿Frida Kahlo? Hermosa, pero en blanco y negro y también desaparecida. Necesitaba ver algo que pudiera haber hecho yo misma; cuando lo encontré, tuvo un valor incalculable, fue como tener el viento a mi favor.

La verdad es que nunca quiero hacer nada que pueda llevar la etiqueta de ‘femenino’. Estoy más interesada en la búsqueda de algo trascendente en la experiencia humana. Además, creo que contemplar constantemente la obra de un artista, o de cualquier persona, desde la perspectiva del género o de la raza es una limitación y puede llevar a los estereotipos. Así que, ¿por qué he acep-tado participar en este libro y escribir este prólogo? Bueno, ha sido una de esas cosas que no había pensado hacer pero a las que no me puedo resistir. Sencillamente, he querido participar en una de esas demostraciones que nos hacemos las unas a las otras de lo que valemos y en las que tenemos la oportunidad de mostrarnos mutuamente la luz deslumbrante de nuestro ejemplo. Cuando volví a Berlín seis meses después, supe que aquella chica alemana, cuyo nombre nunca supe, había convertido uno de los garajes de autobuses de la ciudad en una de mis obras de arte preferidas. Es más, ahora veo su expresión bastante a menudo en los ojos de las mujeres que vienen a saludarme en una noche de inauguración. Es una chispa que dice que compartimos un secreto. Sonreímos y por una décima de segundo es como si estuviéramos unidas haciendo barrera en la línea de vanguardia de una batalla muy sutil y sentimos que estamos ganando terreno. Sólo eso es lo que necesito para seguir adelante.

Swoon’

Copyright del texto: Swoon y Nicholas Ganz
Copyright de la edición: Editorial Gustavo Gili SL
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Texto del segundo prólogo:

‘Prólogo

Es muy frecuente que la gente piense que el graffiti y el arte urbano son territorios sólo masculinos, pero la realidad es completamente distinta. Las mujeres han estado tan activas como los hombres desde el origen del graffiti, aunque en menor número, y se han atrevido a adentrarse en callejones y tramos de vías peligrosos para estampar sus tags o firmas,o para realizar sus piezas1. En esa galería de arte gratuita que es la calle, a la que todo el mundo tiene acceso y donde los artistas pueden mantener en secreto su identidad y ocultar cualquier signo de su sexo, el anonimato ha desem-peñado un papel vital. Muchas graffiteras aprovechan este aspecto del juego, mientras que otras prefieren hacer piezas abiertamente femeninas, como Fafi o Miss Van.

La naturaleza fugaz de esta forma artística no ha contribuido a alterar su perspectiva masculina. Normalmente, las obras se borran o destruyen incluso unas horas después de haberlas terminado, por lo que el esfuerzo de las artistas suele pasar desapercibido. La literatura sobre el graffiti ha sido otra causa de esta situación porque se ha ocupado casi exclusivamente de los hombres. Sería imposible ofrecer una muestra exhaustiva del graffiti y el arte urbano femenino desde sus inicios, ya que la documentación histórica es muy escasa. Subway Art, The Faith of Graffiti, The Graffiti Sub-culture y Spray City2 abrieron el camino al mostrar el trabajo de artistas como Eva62, Barbara62 y Lady Pink, pero dejaron fuera a muchas otras.

En Graffiti Women he intentado rectificar este olvido e incluir a cuantas artistas de todo el mundo ha sido posible, tanto impor-tantes como desconocidas. He presentado a las artistas en dos secciones, graffiti y arte urbano, según su estilo y su perspectiva. Aunque el graffiti suele asociarse con las letras y el aerosol, durante los últimos años, el recurso a las plantillas y a las pegatinas ha hecho que se desarrollen muchas formas nuevas gracias a las que se ha enriquecido la escena artística y que suelen conside-rarse manifestaciones del arte urbano. El graffiti y el arte urbano no se diferencian únicamente por las técnicas, sino también por elementos sociológicos. El graffiti se caracteriza sobre todo por el deseo de difundir el propio tag y conseguir fama, y por atenerse a las viejas reglas relacionadas con la calidad (tu obra tiene que ser mejor que la del resto) y con la cantidad (tienes que hacer piezas como un loco y tantos tags como sea posible). El arte urbano tiene menos reglas y su abanico de estilos y técnicas es más amplio.

Para las mujeres, las salidas nocturnas asociadas al graffiti son especialmente peligrosas por el riesgo de sufrir una agresión. Muchas piensan que pintar se ha hecho difícil por partida doble: porque no se toma en serio a las graffiteras y porque se las convierte en el centro de cotilleos acerca de con quién se han acostado para llegar arriba o de quiénes son los artistas que pintan las piezas que llevan sus tags. El respeto, tan importante para el movimiento graffiti como para el hip-hop, parece haberse olvidado a veces.

Como explica Lady Eco: ‘Una chica que se dedica a pintar graffiti tiene que trabajar tres veces más que un tío para que la consideren buena, e incluso así, alguien intentará dañar su reputación atacando su vida personal. He tenido muchas experiencias nega-tivas, hasta el punto de que me planteé abandonar. Pero, al final, las personas que intentaron acabar conmigo me han hecho más fuerte y me han llevado a no dar mucha importancia a lo que los demás dicen de mí’.

En ciertos aspectos, el arte urbano parece más abierto y tole-rante con las mujeres. No suscita casi ninguno de los ‘obstáculos masculinos’ que se asocian al movimiento graffiti y las mujeres suelen estar mejor consideradas y recibir apoyo. Quizá ello esté relacionado con la ‘joven’ historia cultural o el ‘entorno más seguro’ del arte urbano. Pintar con plantillas o colocar una pegatina lleva menos tiempo y, por lo tanto, implica menos riesgo; o tal vez se deba a que el arte urbano es una forma de expresión artística en la que los hombres no sienten la necesidad de afirmar tanto su masculinidad y no se considera que las mujeres sean ‘la competencia’.

‘Sin duda, se han introducido más mujeres en la escena artística a través del arte urbano’, confirma la artista alemana Mad C. ‘Las mujeres se sienten más seguras en este ámbito. No hay que demostrar nada en público, sino que puedes trabajar tranquila-mente en casa; puedes pintar sobre la superficie que te apetezca y colocar después en la calle lo que mejor esté. Además, casi nunca tienes que preocuparte por cuestiones legales. Sin embargo, la razón principal es que ofrece muchas más posibilidades. No hay restricción de letras y de personajes que las acompañan. Por ejemplo, en el arte urbano puedes pintar paisajes con filigranas y colocarlos en una pared. Comprende muchas más técnicas y materiales que el ámbito del graffiti’.

Durante la investigación para preparar Graffiti Women quedó claro que para las mujeres este mundo artístico constituye un cúmulo de experiencias contradictorias; algunas buenas y otras malas. Formar parte de este movimiento no es algo fácil y con frecuencia las mujeres no han disfrutado de la atención que merecen, aunque el juego ha ido haciéndose mucho más equilibrado. Durante los últimos años hay cada vez más artistas y se han multiplicado las exposiciones sobre su obra. La contribución significativa de las mujeres se valora cada vez más y ellas están consiguiendo, por fin, el reconocimiento que tanto merecen. Graffiti Women es un homenaje a su trabajo.

Nicholas Ganz’

Copyright del texto: Nicholas Ganz
Copyright de la edición: Editorial Gustavo Gili SL
Présentation de l'éditeur :

Graffiti mujer es un homenaje al gran número de mujeres artistas del graffiti en todo el mundo. Reúne la obra de más de 125 mujeres, entre las cuales se encuentran algunas de reconocido prestigio internacional, como Lady Pink de Nueva York o Mickey de Amsterdam, y una amplia galaxia de prometedoras artistas. Este libro cuenta con comentarios de las propias autoras y con textos introductorios de la artista americana Swoon y de la autora Nancy Macdonald, y resulta indispensable para todos aquellos que se sientan atraídos por el arte urbano.

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  • ÉditeurGustavo Gili
  • Date d'édition2006
  • ISBN 10 8425221072
  • ISBN 13 9788425221071
  • ReliureRelié
  • Numéro d'édition1
  • Nombre de pages232
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