Quatrième de couverture :
Los primeros libros editados por Calambur pasaron de las prensas a las manos de los lectores en mayo de 1991, y en diciembre lo hizo nuestra primera edición de Crímenes ejemplares. Veinte años después, ofrecemos esta edición conmemorativa de un título genial, con el que guardamos la impagable deuda de habernos servido de puente con multitud de lectores. Como novedad, figura un amplio epílogo de Fernando Valls, máximo estudioso del microrrelato y lector apasionado de esta obra. ¿Para qué tratar de convercerle? Era un sectario de lo peor, cerrado de mollera como si fuera Dios Padre. Se la abrí de un golpe, a ver si aprende a discutir. El que no sabe, que calle. ___ A mí, mi papá me dijo que no me dejara… Y no me dejé. ___ ¡Que se declare en huelga ahora! No hay tantos crímenes como dicen, aunque sobran razones para cometerlos. Pero el hombre —como es sabido— es bueno, por ser natural, y no se atreve a tanto. De las reacciones de los mis difuntos nada digo, por ignorancia. Me bastaron —como autor— las de sus asesinos. Me declaro culpable y no quiero ser perdonado. Esos textos —dejo constancia— no tienen segundas intenciones: puro sentimiento. Max Aub Hay un alarde literario en la economía de texto, sin dejar de utilizar todas las voces que necesita; una virtud de expresión. Y un alarde narrativo al colocar una narración, un relato, en poquísimas líneas. Eduardo Haro Tecglen
Présentation de l'éditeur :
Max Aub fue escribiendo los Crímenes ejemplares de manera libre y lúdica, trabajando con un potente humor negro y una fuerte irreverencia en cuanto a las formas, este abanico de argumentos frente a lo inaceptable del acto violento llevado al extremo: la aniquilación del otro. El humor descontractura y a la vez da cuenta de la posición de quien lo esgrime. Aun lo sabía y por eso declara: «Me declaro culpable y no quiero ser perdonado. Estos textos dejo constancia no tienen sengundas intenciones: puro sentimiento». En la fuerza que ofrecen estos microrrelatos, lo grotesco del crimen es trabajado a través de la repetición creativa, nunca monótona. Nuevamente Aub ofrece la clave de lectura: «Siempre que pude evité la monotonía, que es otro crimen». Leer, reír y reflexionar son un mismo fruto que madura a través de las páginas de este libro. Las ilustraciones de Linares dialogan íntimamente con los conceptos más fuertes del libro, trabajada para tal fin con la atinada bicromía del rojo y negro «en rápidos trazos como cuchillazos y manchas que cayeron sobre el papel sin mucha posibilidad de control», tal como el propio Liniers explica. La afinidad de su posición artística con la de Max Aub se atestigua no solo en las páginas del libro, sino también en trazos de sus propias palabras: «Le tengo pánico al aburrimiento. Prefiero que me odien a generar indiferencia».
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