Articles liés à Noticia de un secuestro

Noticia de un secuestro - Couverture souple

 
9788497592628: Noticia de un secuestro
Afficher les exemplaires de cette édition ISBN
 
 
ŽEra, en efecto, el automóvil de Maruja. Había transcurrido por lo menos media Hora desde el secuestro, y solo quedaban Los rastros: el cristal del lado del chofer Destruido por un balazo, la mancha de Sangre y el granizo de vidrio en el asient

Les informations fournies dans la section « Synopsis » peuvent faire référence à une autre édition de ce titre.

Extrait :
1

Antes de entrar en el automóvil miró por encima del hombro para estar segura de que nadie la acechaba. Eran las siete y cinco de la noche en Bogotá. Había oscurecido una hora antes, el Parque Nacional estaba mal iluminado y los árboles sin hojas tenían un perfil fantasmal contra el cielo turbio y triste, pero no había a la vista nada que temer. Maruja se sentó detrás del chofer, a pesar de su rango, porque siempre le pareció el puesto más cómodo. Beatriz subió por la otra puerta y se sentó a su derecha. Tenían casi una hora de retraso en la rutina diaria, y ambas se veían cansadas después de una tarde soporífera con tres reuniones ejecutivas. Sobre todo Maruja, que la noche anterior había tenido fiesta en su casa y no pudo dormir más de tres horas. Estiró las piernas entumecidas, cerró los ojos con la cabeza apoyada en el espaldar, y dio la orden de rutina:

—A la casa, por favor.

Regresaban como todos los días, a veces por una ruta, a veces por otra, tanto por razones de seguridad como por los nudos del tránsito. El Renault 21 era nuevo y confortable, y el chofer lo conducía con un rigor cauteloso. La mejor alternativa de aquella noche fue la avenida Circunvalar hacia el norte. Encontraron los tres semáforos en verde y el tráfico del anochecer estaba menos embrollado que de costumbre. Aun en los días peores hacían media hora desde las oficinas hasta la casa de Maruja, en la transversal Tercera N.º 84A-42 y el chofer llevaba después a Beatriz a la suya, distante unas siete cuadras.

Maruja pertenecía a una familia de intelectuales notables con varias generaciones de periodistas. Ella misma lo era, y varias veces premiada. Desde hacía dos meses era directora de Focine, la compañía estatal de fomento cinematográfico. Beatriz, cuñada suya y su asistente personal, era una fisioterapeuta de larga experiencia que había hecho una pausa para cambiar de tema por un tiempo. Su responsabilidad mayor en Focine eraocuparse de todo lo que tenía que ver con la prensa.Ninguna de las dos tenía nada que temer, pero Maruja había adquirido la costumbre casi inconsciente de mirar hacia atrás por encima del hombro, desde el agosto anterior, cuando el narcotráfico empezó a secuestrar periodistas en una racha imprevisible.

Fue un temor certero. Aunque el Parque Nacional le había parecido desierto cuando miró por encima del hombro antes de entrar en el automóvil, ocho hombres la acechaban. Uno estaba al volante de un Mercedes 190 azul oscuro, con placas falsas de Bogotá, estacionado en la acera de enfrente. Otro estaba al volante de un taxi amarillo, robado. Cuatro, con pantalones vaqueros, zapatos de tenis y chamarras de cuero, se paseaban por las sombras del parque. El séptimo era alto y apuesto, con un vestido primaveral y un maletín de negocios que completaba su aspecto de ejecutivo joven. Desde un cafetín de la esquina, a media cuadra de allí, el responsable de la operación vigiló aquel primer episodio real, cuyos ensayos, meticulosos e intensos, habían empezado veintiún días antes.

El taxi y el Mercedes siguieron al automóvil de Maruja, siempre a la distancia mínima, tal como lo habían hecho desde el lunes anterior para establecer las rutas usuales. Al cabo de unos veinte minutos todos giraron a la derecha en la calle 82, a menos de doscientos metros del edificio de ladrillos sin cubrir donde vivía Maruja con su esposo y uno de sus hijos. Habían empezado apenas a subir la cuesta empinada de la calle, cuando el taxi amarillo rebasó el automóvil de Maruja, lo cerró contra la acera izquierda, y el chofer tuvo que frenar en seco para no chocar. Casi al mismo tiempo, el Mercedes estacionó detrás y lo dejó sin posibilidades de reversa.

Tres hombres bajaron del taxi y se dirigieron con paso resuelto al automóvil de Maruja. El alto y bien vestido llevaba un arma extraña que a Maruja le pareció una escopeta de culata recortada con un cañón tan largo y grueso como un catalejo. En realidad, era una Mini Uzis de 9 milímetros con un silenciador capaz de disparar tiro por tiro o ráfagas de treinta balas en dos segundos. Los otros dos asaltantes estaban también armados con metralletas y pistolas. Lo que Maruja y Beatriz no pudieron ver fue que del Mercedes estacionado detrás descendieron otros tres hombres.

Actuaron con tanto acuerdo y rapidez, que Maruja y Beatriz no alcanzaron a recordar sino retazos dispersos de los dos minutos escasos que duró el asalto. Cinco hombres rodearon el automóvil y se ocuparon de los tres al mismo tiempo con un rigor profesional. El sexto permaneció vigilando la calle con la metralleta en ristre. Maruja reconoció su presagio.

—Arranque, Ángel —le gritó al chofer—. Súbase por los andenes, como sea, pero arranque.

Ángel estaba petrificado, aunque de todos modos con el taxi delante y el Mercedes detrás carecía de espacio para salir. Temiendo que los hombres empezarían a disparar, Maruja se abrazó a su cartera como a un salvavidas, se escondió tras el asiento del chofer, y le gritó a Beatriz:

—Bótese al suelo.

—Ni de vainas —murmuró Beatriz—. En el suelo nos matan.

Estaba trémula pero firme. Convencida de que no era más que un atraco, se quitó con dificultad los dos anillos de la mano derecha y los tiró por la ventanilla, pensando: «Que se frieguen.» Pero no tuvo tiempo de quitarse los dos de la mano izquierda. Maruja, hecha un ovillo detrás del asiento, no se acordó siquiera de que llevaba puesto un anillo de diamantes y esmeraldas que hacía juego con los aretes.

Dos hombres abrieron la puerta de Maruja y otros dos la de Beatriz. El quinto disparó a la cabeza del chofer a través del cristal con un balazo que sonó apenas como un suspiro por el silenciador. Después abrió la puerta, lo sacó de un tirón, y le disparó en el suelo tres tiros más. Fue un destino cambiado: Ángel María Roa era chofer de Maruja desde hacía sólo tres días, y estaba estrenando su nueva dignidad con el vestido oscuro, la camisa almidonada y la corbata negra de los choferes ministeriales. Su antecesor, retirado por voluntad propia la semana anterior, había sido el chofer titular de Focine durante diez años.

Maruja no se enteró del atentado contra el chofer hasta mucho más tarde. Sólo percibió desde su escondite el ruido instantáneo de los cristales rotos, y enseguida un grito perentorio casi encima de ella: «Por usted venimos, señora. ¡Salga!». Una zarpa de hierro la agarró por el brazo y la sacó a rastras del automóvil. Ella resistió hasta donde pudo, se cayó, se hizo un raspón en una pierna, pero los dos hombres la alzaron en vilo y la llevaron hasta el automóvil estacionado detrás del suyo. Ninguno se dio cuenta de que Maruja estaba aferrada a su cartera.

Beatriz, que tiene las uñas largas y duras y un buen entrenamiento militar, se le enfrentó al muchacho que trató de sacarla del automóvil. «¡A mí no me toque!», le gritó. Él se crispó, y Beatriz se dio cuenta de que estaba tan nervioso como ella, y podía ser capaz de todo. Cambió de tono.

—Yo me bajo sola —le dijo—. Dígame qué hago.

El muchacho le indicó el taxi.

—Móntese en ese carro y tírese en el suelo —le dijo—. ¡Rápido!

Las puertas estaban abiertas, el motor en marcha y el chofer inmóvil en su lugar. Beatriz se tendió como pudo en la parte posterior. El secuestrador la cubrió con su chamarra y se acomodó en el asiento con los pies apoyados encima de ella. Otros dos hombres subieron: uno junto al chofer y otro detrás. El chofer esperó hasta el golpe simultáneo de las dos puertas, y arrancó a saltos hacia el norte por la avenida Circunvalar. Sólo entonces cayó Beatriz en la cuenta de que había olvidado la cartera en el asiento de su automóvil, pero era demasiado tarde. Más que el miedo y la incomodidad, lo que no podía soportar era el tufo amoniacal de la chamarra.

El Mercedes en que subieron a Maruja había arrancado un minuto antes, y por una vía distinta. La habían sentado en el centro del asiento posterior con un hombre a cada lado. El de la izquierda la forzó a apoyar la cabeza sobre las rodillas en una posición tan incómoda que casi no podía respirar. Al lado del chofer había un hombre que se comunicaba con el otro automóvil a través de un radioteléfono primitivo. El desconcierto de Maruja era mayor porque no sabía en qué automóvil la llevaban —pues nunca supo que se había estacionado detrás del suyo— pero sentía que era nuevo y cómodo, y tal vez blindado, porque los ruidos de la avenida llegaban en sordina como un murmullo de lluvia. No podía respirar, el corazón se le salía por la boca y empezaba a sentir que se ahogaba. El hombre junto del chofer, que actuaba como jefe, se dio cuenta de su ansiedad y trató de calmarla.

—Esté tranquila —le dijo, por encima del hombro—. A usted la estamos llevando para que entregue un comunicado. En unas horas vuelve a su casa. Pero si se mueve le va mal, así que estése tranquila.

También el que la llevaba en las rodillas trataba de calmarla. Maruja aspiró fuerte y espiró por la boca, muy despacio, y empezó a recuperarse. La situación cambió a las pocas cuadras, porque el automóvil encontró un nudo del tránsito en una pendiente forzada. El hombre del radioteléfono empezó a gritar órdenes imposibles que el chofer del otro carro no lograba cumplir. Había varias ambulancias atascadas en alguna parte de la autopista, y el alboroto de sus sirenas y los pitazos ensordecedores eran para enloquecer a quien no tuviera los nervios en su lugar. Y los secuestradores, al menos en aquel momento, no los tenían. El chofer estaba tan nervioso tratando de abrirse paso que tropezó con un taxi. No fue más que un golpe, pero el taxista gritó algo que aumentó el nerviosismo de todos. El hombre del radioteléfono dio la orden de avanzar como fuera, y el automóvil escapó por sobre andenes y terrenos baldíos.

Ya libre del atasco siguió subiendo. Maruja tuvo la impresión de que iban hacia La Calera, una cuesta del cerro muy concurrida a esa hora. Maruja recordó de pronto que tenía en el bolsillo de la chaqueta unas semillas de cardamomo, que son un tranquilizante natural, y les pidió a sus secuestradores que le permitieran masticarlas. El hombre de su derecha la ayudó a buscarlas en el bolsillo, y se dio cuenta de que Maruja llevaba la cartera abrazada. Se la quitaron, pero le dieron el cardamomo. Maruja trató de ver bien a los secuestradores, pero la luz era muy escasa. Se atrevió a preguntarles: «¿Quiénes son ustedes?». El del radioteléfono le contestó con la voz reposada:

—Somos del M-19.

Una tontería, porque el M-19 estaba ya en la legalidad y haciendo campaña para formar parte de la Asamblea Constituyente.

—En serio —dijo Maruja—. ¿Son del narcotráfico o de la guerrilla?

—De la guerrilla —dijo el hombre de adelante—. Pero esté tranquila, sólo la queremos para que lleve un mensaje. En serio.

Se interrumpió para dar la orden de que tiraran a Maruja en el suelo, porque iban a pasar por un retén de la policía. «Ahora no se mueva ni diga nada, o la matamos», dijo. Ella sintió el cañón de un revólver en el costado y el que iba a su lado terminó la frase.

—La estamos apuntando.

Fueron unos diez minutos eternos. Maruja concentró sus fuerzas, masticando las pepitas de cardamomo que la reanimaban cada vez más, pero la mala posición no le permitía ver ni oír lo que hablaron con el retén, si es que algo hablaron. La impresión de Maruja fue que pasaron sin preguntas. La sospecha inicial de que iban hacia La Calera se volvió una certidumbre, y eso le causó un cierto alivio. No trató de incorporarse, porque se sentía más cómoda que con la cabeza apoyada en las rodillas del hombre. El carro recorrió un camino de arcilla, y unos cinco minutos después se detuvo. El hombre del radioteléfono dijo:

—Ya llegamos.

No se veía ninguna luz. A Maruja le cubrieron la cabeza con una chaqueta y la hicieron salir agachada, de modo que lo único que veía eran sus propios pies avanzando, primero a través de un patio, y luego tal vez por una cocina con baldosines. Cuando la descubrieron se dio cuenta de que estaban en un cuartito como de dos metros por tres, con un colchón en el suelo y un bombillo rojo en el cielo raso. Un instante después entraron dos hombres enmascarados con una especie de pasamontañas que era en realidad una pierna de sudadera para correr, con los tres agujeros de los ojos y la boca. A partir de entonces, durante todo el tiempo del cautiverio, no volvió a ver una cara de nadie.

Se dio cuenta de que los dos que se ocupaban de ella no eran los mismos que la habían secuestrado. Sus ropas estaban usadas y sucias, eran más bajos que Maruja, que mide un metro con sesenta y siete, y con cuerpos y voces jóvenes. Uno de ellos le ordenó a Maruja entregarle las joyas que llevaba puestas. «Es por razones de seguridad —le dijo—. Aquí no les va a pasar nada.» Maruja le entregó el anillo de esmeraldas y diamantes minúsculos, pero no los aretes.

Beatriz, en el otro automóvil, no pudo sacar ninguna conclusión de la ruta. Siempre estuvo tendida en el suelo y no recordaba haber subido una cuesta tan empinada como la de La Calera, ni pasaron por ningún retén, aunque era posible que el taxi tuviera algún privilegio para no ser demorado. El ambiente en la ruta fue de un gran nerviosismo por el embrollo del tránsito. El chofer gritaba a través del radioteléfono que no podía pasar por encima de los carros, preguntaba qué hacía, y eso ponía más nerviosos a los del automóvil delantero, que le daban indicaciones distintas y contradictorias.

Beatriz había quedado muy incómoda, con la pierna doblada y aturdida por el tufo de la chaqueta. Trataba de acomodarse. Su guardián pensaba que estaba rebelándose y procuró calmarla: «Tranquila, mi amor, no te va a pasar nada —le decía—. Sólo vas a llevar una razón». Cuando por fin entendió que ella tenía la pierna mal puesta, la ayudó a estirarla y fue menos brusco. Más que nada, Beatriz no podía soportar que él le dijera «mi amor», y esa licencia la ofendía casi más que el tufo de la chaqueta. Pero cuanto más trataba él de tranquilizarla más se convencía ella de que iban a matarla.
Biographie de l'auteur :

Gabriel García Márquez (1927- 2014), nacido en Colombia, es una de las figuras más importantes e influyentes de la literatura universal. Ganador del Premio Nobel de Literatura en 1982, fue, además de novelista, cuentista, ensayista, crítico cinematográfico, autor de guiones y, sobre todo, un intelectual comprometido con los grandes problemas de nuestro tiempo, y en primer término con los que afectaban a su amada Colombia y a Hispanoamérica en general. Máxima figura del llamado «realismo mágico», en el que historia e imaginación tejen el tapiz de una literatura viva, que respira por todos sus poros, fue en definitiva el hacedor de uno de los mundos narrativos más densos de significado que ha dado la lengua española en el siglo XX. Entre sus novelas más importantes figuran Cien años de soledad, El coronel no tiene quien le escriba, Relato de un náufrago, Crónica de una muerte anunciada, La mala hora, El general en su laberinto, el libro de relatos Doce cuentos peregrinos, El amor en los tiempos del cólera y Diatriba de amor contra un hombre sentado. En el año 2002 publicó la primera parte de su autobiografía, Vivir para contarla; en 2004 volvió a la ficción con Memorias de mis putas tristes, y en 2012 sus relatos fueron recopilados en Todos los cuentos.

Les informations fournies dans la section « A propos du livre » peuvent faire référence à une autre édition de ce titre.

  • ÉditeurNuevas Ediciones de Bolsillo
  • Date d'édition1999
  • ISBN 10 849759262X
  • ISBN 13 9788497592628
  • ReliurePoche
  • Nombre de pages336
  • Evaluation vendeur
EUR 10,40

Autre devise

Frais de port : EUR 10,88
De Espagne vers Etats-Unis

Destinations, frais et délais

Ajouter au panier

Autres éditions populaires du même titre

9781400034987: Noticia de un secuestro / News of a Kidnapping

Edition présentée

ISBN 10 :  1400034981 ISBN 13 :  9781400034987
Editeur : Vintage Espanol, 2011
Couverture souple

  • 9789580434276: Noticia de un secuestro

    Grupo ..., 1996
    Couverture rigide

  • 9788439701095: Noticia De UN Secuestro

    Grijal..., 1996
    Couverture rigide

  • 9780140262476: Noticia de un secuestro / News of a Kidnapping

    Pengui..., 1996
    Couverture souple

  • 9780307350503: NOTICIA DE UN SECUESTRO

    Plaza ..., 2006
    Couverture souple

Meilleurs résultats de recherche sur AbeBooks

Image fournie par le vendeur

Gabriel García Márquez
Edité par DeBols!llo (2009)
ISBN 10 : 849759262X ISBN 13 : 9788497592628
Neuf Couverture souple Quantité disponible : 1
Vendeur :
Agapea Libros
(Malaga, Espagne)
Evaluation vendeur

Description du livre Etat : New. Idioma/Language: Español. Era, en efecto, el automóvil de Maruja. Había transcurrido por lo menos media hora desde el secuestro, y solo quedaban los rastros: el cristal del lado del chofer destruido por un balazo, la mancha de sangre y el granizo de vidrio en el asiento, Y la sombra húmeda en el asfalto, de donde acababan de llevarse al chofer todavía con vida. El resto estaba limpio y en orden. *** Nota: Los envíos a España peninsular, Baleares y Canarias se realizan a través de mensajería urgente. No aceptamos pedidos con destino a Ceuta y Melilla. N° de réf. du vendeur 66377

Plus d'informations sur ce vendeur | Contacter le vendeur

Acheter neuf
EUR 10,40
Autre devise

Ajouter au panier

Frais de port : EUR 10,88
De Espagne vers Etats-Unis
Destinations, frais et délais
Image d'archives

Gabriel García Márquez
Edité par DEBOLS!LLO (2003)
ISBN 10 : 849759262X ISBN 13 : 9788497592628
Neuf Encuadernación de tapa blanda Quantité disponible : 1
Vendeur :
KALAMO LIBROS, S.L.
(La Puebla de Montalbán, TO, Espagne)
Evaluation vendeur

Description du livre Encuadernación de tapa blanda. Etat : Nuevo. N° de réf. du vendeur PRH9788497592628

Plus d'informations sur ce vendeur | Contacter le vendeur

Acheter neuf
EUR 12,95
Autre devise

Ajouter au panier

Frais de port : EUR 8,48
De Espagne vers Etats-Unis
Destinations, frais et délais
Image fournie par le vendeur

García Márquez, Gabriel
Edité par DEBOLSILLO (2024)
ISBN 10 : 849759262X ISBN 13 : 9788497592628
Neuf Couverture souple Quantité disponible : 8
Vendeur :
Imosver
(PONTECALDELAS, Espagne)
Evaluation vendeur

Description du livre Etat : Nuevo. Era, en efecto, el automóvil de Maruja. Había transcurrido por lo menos media Hora desde el secuestro, y solo quedaban Los rastros: el cristal del lado del chofer Destruido por un balazo, la mancha de Sangre y el granizo de vidrio en el asient. N° de réf. du vendeur 6430870027

Plus d'informations sur ce vendeur | Contacter le vendeur

Acheter neuf
EUR 12,30
Autre devise

Ajouter au panier

Frais de port : EUR 19
De Espagne vers Etats-Unis
Destinations, frais et délais
Image d'archives

García Márquez, Gabriel
Edité par DEBOLSILLO (2003)
ISBN 10 : 849759262X ISBN 13 : 9788497592628
Neuf Quantité disponible : 1
Vendeur :
Moshu Books
(MADRID, Espagne)
Evaluation vendeur

Description du livre No Binding. Etat : New. Titulo: Noticia de un secuestroAutor: García Márquez, GabrielISBN13: 9788497592628Nos encontramos a su disposicion. Cualquier duda o consulta sera respondida a la brevedad. N° de réf. du vendeur 140903 #A

Plus d'informations sur ce vendeur | Contacter le vendeur

Acheter neuf
EUR 12,95
Autre devise

Ajouter au panier

Frais de port : EUR 20,50
De Espagne vers Etats-Unis
Destinations, frais et délais
Image d'archives

GARCÍA MÁRQUEZ, GABRIEL
Edité par DE BOLSILLO (2021)
ISBN 10 : 849759262X ISBN 13 : 9788497592628
Neuf Rustica Quantité disponible : 3
Vendeur :
Hiperbook España
(Valdemoro, MADRI, Espagne)
Evaluation vendeur

Description du livre Rustica. Etat : New. N° de réf. du vendeur 9788497592628

Plus d'informations sur ce vendeur | Contacter le vendeur

Acheter neuf
EUR 12,30
Autre devise

Ajouter au panier

Frais de port : EUR 23,50
De Espagne vers Etats-Unis
Destinations, frais et délais
Image fournie par le vendeur

GARCIA MARQUEZ,GABRIEL,
Edité par DEBOLSILLO (2003)
ISBN 10 : 849759262X ISBN 13 : 9788497592628
Neuf Couverture souple Quantité disponible : 1
Vendeur :
TERAN LIBROS
(Madrid, Espagne)
Evaluation vendeur

Description du livre Etat : New. Normal/Disponible. N° de réf. du vendeur 9788497592628

Plus d'informations sur ce vendeur | Contacter le vendeur

Acheter neuf
EUR 10,95
Autre devise

Ajouter au panier

Frais de port : EUR 29
De Espagne vers Etats-Unis
Destinations, frais et délais
Image d'archives

Garcia Marquez, Gabriel
Edité par DEBOLSILLO (2003)
ISBN 10 : 849759262X ISBN 13 : 9788497592628
Neuf Softcover Quantité disponible : 1
Vendeur :
a Livraria + Mondolibro
(Berlin, Allemagne)
Evaluation vendeur

Description du livre Softcover. Etat : Neu. N° de réf. du vendeur ABE-1664721765967

Plus d'informations sur ce vendeur | Contacter le vendeur

Acheter neuf
EUR 19,99
Autre devise

Ajouter au panier

Frais de port : EUR 20
De Allemagne vers Etats-Unis
Destinations, frais et délais
Image d'archives

GARCÍA MÁRQUEZ, GABRIEL
Edité par DEBOLSILLO, España (2003)
ISBN 10 : 849759262X ISBN 13 : 9788497592628
Neuf RUSTICA Quantité disponible : 3
Vendeur :
Siglo Actual libros
(Soria, SORIA, Espagne)
Evaluation vendeur

Description du livre RUSTICA. Etat : Nuevo. Etat de la jaquette : Nuevo. ARN. N° de réf. du vendeur SAL8497592628

Plus d'informations sur ce vendeur | Contacter le vendeur

Acheter neuf
EUR 12,45
Autre devise

Ajouter au panier

Frais de port : EUR 32
De Espagne vers Etats-Unis
Destinations, frais et délais
Image d'archives

GARCIA MARQUEZ,GABRIEL; GARCIA MARQUEZ, GABRIEL
Edité par DEBOLSILLO (2003)
ISBN 10 : 849759262X ISBN 13 : 9788497592628
Neuf Rústica Quantité disponible : 1
Vendeur :
Evaluation vendeur

Description du livre Rústica. Etat : New. Etat de la jaquette : Nuevo. 01. Era, en efecto, el automóvil de Maruja. Había transcurrido por lo menos media hora desde el secuestro, y solo quedaban los rastros: el cristal del lado del chofer destruido por un balazo, la mancha de sangre y el granizo de vidrio en el asiento, Y la sombra húmeda en el asfalto, de donde acababan de llevarse al chofer todavía con vida. El resto estaba limpio y en orden. LIBRO. N° de réf. du vendeur 324665

Plus d'informations sur ce vendeur | Contacter le vendeur

Acheter neuf
EUR 12,95
Autre devise

Ajouter au panier

Frais de port : EUR 70
De Espagne vers Etats-Unis
Destinations, frais et délais