El Hombre Que Fue Jueves/the Man That Was Thursday - Couverture souple

Chesterton, G. K.

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9789687748443: El Hombre Que Fue Jueves/the Man That Was Thursday

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ISBN 10 : 9687748443 ISBN 13 : 9789687748443

Editeur : Lectorum S A De C V, 1999

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Un mot de l'auteur :

Gilbert K. Chesterton (Londres, 1874-Beaconsfield, 1936), fue uno de los grandes escritores de la literatura inglesa. Chesterton destac� en todos los g�neros literarios, en la novela, la poes�a, el periodismo, la biograf�a, el libro de viajes; pero especialmente en el menos convencional y menos cerrado de todos, el ensayo. Sin duda el ensayo era el g�nero que m�s conven�a a su peculiar�sima personalidad humana y art�stica. Porque Chesterton siempre fue pol�mico y polemista, es decir, un hombre curioso y apasionado para quien no hab�a asunto que no pudiera o no debiera ser tema de discusi�n. Tal y como Chesterton afirmaba, �no hay cosas sin inter�s. Tan s�lo personas incapaces de interesarse�. Este humor y peculiar visi�n de las cosas, hizo que fuera conocido como �el pr�ncipe de las paradojas�. Gilbert Keith Chesterton, naci� en el seno de una familia de clase media. Sus padres, Arthur Chesterton y Marie Louise Grosjean ten�an una agencia inmobiliaria y topogr�fica ubicada en la localidad de Kensington, si bien, su verdadera pasi�n era el arte y la literatura. Gilbert Keith naci� en Campden Hill, Londres, el d�a 29 de mayo de 1874, tal y como el mismo relata en su autobiograf�a. Los padres de Chesterton no eran devotos creyentes, y ambos aceptaron bautizar a Gilbert por una mezcla de presi�n social y tradici�n familiar, ya que realmente se defin�an como �librepensadores� al estilo de la �poca victoriana. El bautismo tuvo lugar en una peque�a iglesia anglicana llamada St. George. Su educaci�n se iniciar�a en la preparatoria �Colet Court�, en 1881; a esta escuela asistir�a hasta 1886, ya que en enero de 1887 ingres� a un colegio privado �St. Paul� en Hammersmith Road. Gilbert describir�a el sistema educativo, como �ser instruido por alguien que yo no conoc�a, acerca de algo que no quer�a saber�. En 1893 comenzar�a sus estudios de dibujo, pintura y literatura en la �Slade School of Art�, adscrita al University College London. All�, se volvi� un dibujante con talento y m�s adelante lleg� a contribuir con ilustraciones tanto para sus propias obras, como a las de amigos, como es el caso del poeta Hilaire Belloc. Sin embargo, en 1896, decide abandonar, estos estudios superiores, para dedicarse al periodismo. Ese mismo a�o, Chesterton se hizo periodista por cuenta propia y cr�tico literario, -comenzando a recibir encargos del editor londinense Redway- al tiempo que trabaja como editor de literatura espiritista y teosof�a, asistiendo a reuniones de ambos campos. Es en esta �poca cuando Chesterton publica su primer libro, The Wild Knight (1900), un poemario escrito a los 26 a�os de edad, publicado en el a�o por Espuela de Plata bajo el nombre Lepanto y otros poemas, en el a�o 2003. En 1901 el diario Daily News le dio una columna de opini�n semanal en sus p�ginas, que Chesterton mantendr�a hasta 1911. Algunos de estos art�culos fueron posteriormente recogidos por G. K. Chesterton en su libro Enormes minucias (1908), publicado por Espuela de Plata en 2011. Posteriormente, en el a�o 1958, tras la muerte de Chesterton, fue publicada una segunda selecci�n de art�culos, que abarcaba hasta 1911, y que en Espa�a fue editada por primera vez en el a�o 2008, bajo el t�tulo de Lectura y locura y otros ensayos imprescindibles. En 1901, Chesterton public� los art�culos de otro diario para el que colaboraba - The Speaker�- en su libro El acusado, editado por Espuela de Plata en 2012. A partir de 1905 Chesterton comenz� a colaborar semanalmente en las p�ginas de opini�n, del que con el tiempo, acabar�a por convertirse en su diario de cabecera, The Illustrated London News. Los art�culos publicados en The Illustrated London News fueron recogidos en 1955 en el libro The glass wlking sick and other essays, publicado por Espuela de Plata en 2007 bajo el t�tulo de El color de Espa�a y otros ensayos. En 1904 Chesterton publica su primera novela, El Napole�n de Notting Hill (1904), la cual inspir� a Michael Collins en su defensa irlandesa ante los ingleses y en 1905 su obra, titulada "Herejes". Tres a�os despu�s, en 1908, publica "Ortodoxia", donde refleja la historia de su evoluci�n espiritual, desde el agnosticismo de sus a�os de juventud hacia la recuperaci�n de la fe de su infancia. Chestertton, desarrolla en estos a�os una conciencia espiritual y pol�tica que se ve plasmada en una serie de obras que publica en el a�o 1910, como son "Qu� est� mal en el mundo", "La Esfera y la Cruz" , y en especial, en su primera gran novela: El hombre que fue Jueves. El hombre que fue Jueves es un relato de esp�as, ambientada en un Londres surrealista, donde construye toda una alegor�a sobre el mal y el libre albedr�o, a trav�s de la cual Chesterton se posiciona en contra del anarquismo y el nihilismo. Esta novela ha sido publicada por Espuela de Plata en 2010. Sin embargo, durante la d�cada de los a�os 10, la producci�n de G. K. Chesterton no se limita al ensayo y la novela, sino que tambi�n se estrena como un sagaz bi�grafo. En 1903, publica su primera biograf�a, Robert Browning (Espuela de Plata, 2010). A este libro, le sigue en 1906, su estudio cr�tico sobre la figura y obra Charles Dickens, y en 1909, la semblanza de su amigo George Bernard Shaw, publicada por Espuela de Plata en 2010. Del mismo modo tambi�n dedica sendos estudios biogr�ficos a dos interesantes artistas ingleses G. F. Watts (1904) y William Blake (1910), reeditados por Espuela de Plata en 2010 y 2011 respectivamente. Menci�n aparte, merece su libro Tipos diversos, una obra publicada en 1908, donde Chesterton realiza un compendio de veinte microbiograf�as, donde esboza de forma magistral personalidades que van desde Tolstoi y Bayron, a Savonarola y la Reina Victoria, todo un ejemplo de la transversal y abarcadora curiosidad chestertoniana. En 1911, publica el primer relato de El padre Brown, un personaje de aspecto humilde, descuidado y taciturno, que resuelve enigm�ticos cr�menes y al que dedicar� una serie de cinco libros que no concluye hasta 1935. En 1912 compone "La Balada del Caballo Blanco", un largo poema �pico sobre el rey Alfredo el Grande y su defensa de Danes en el siglo IX; un poema que C. S. Lewis admir� mucho. En el a�o 1914, con el estallido de la Primera Guerra Mundial, Chesterton fue invitado, junto con otros 25 importantes autores de la �poca –como Arthur Conan Doyle, Rudyard Kipling y H. G. Wells- a unirse al War Propaganda Bureau. De este modo se fraguo una especie de pacto secreto por el que los intelectuales del pa�s se compromet�an a apoyar el esfuerzo de guerra brit�nico, a trav�s de panfletos, art�culos de opini�n y ensayos. Como ejemplo de este firme compromiso Chesterton publica en 1914 Sobre el concepto de barbarie, un ensayo en defensa de los valores de la civilizaci�n occidental , y de c�mo pod�an verse amenazados por la maquinaria b�lica teutona, publicado por Espuela de Plata en 2012. En 1920, Chesterton public�, La superstici�n del divorcio, editado en 2013 por Espuela de plata, junto con su ensayo Divorcio versus democracia. Durante la d�cada de los a�os 20 Chesterton se adentr� cada vez m�s lecturas de la patr�stica, al tiempo que manten�a una asidua correspondencia con los padres John O’Connor y Ronald Knox, as� como con su amigo Hilaire Belloc, con quien compart�a muchas convicciones, tanto religiosas, como pol�ticas y econ�micas. As�, poco a poco, la fe de Chesterton cristiana se fue orientando m�s hacia el catolicismo, hasta que en el a�o 1922 abandon� definitivamente el protestantismo y se convirti� oficialmente en una ceremonia oficiada por el padre O’Connor, quien a�os antes, le hab�a servido de inspiraci�n para crear su personaje El padre Brown. Las consideraciones y razonamientos que condujeron a Chesterton a su conversi�n fueron publicados en dos ensayos Iglesia cat�lica y conversi�n (1926) y Doce ap�stoles modernos y sus credos (1926), as� como en un sinf�n de art�culos que Chesterton reuni� en el a�o 1929, bajo el t�tulo La cosa y otros art�culos de fe, publicado por Espuela de Plata en 2010. En el a�o 1922, se publica Lo que vi en Am�rica, un libro en el que relata no solo su visi�n de Estados Unidos en un momento clave de su historia, sino en el que tambi�n reflexiona sobre los avatares que parece depararnos la modernidad. En el a�o 1928, el poeta Hilaire Belloc transcribi� un apasionante debate entre G. K. Chesterton y su amigo George Bernard Shaw, bajo el t�tulo de �Estamos de acuerdo? El �nico de los cara a cara -entre los dos grandes polemistas de aquel tiempo- que han llegado hasta nuestros d�as, y que ha sido publicado por Renacimiento en el a�o 2010. En 1932, Chesterton publica su �ltima gran biograf�a, Chaucer, donde ahonda en la personalidad del autor de las Canterburry Tales, pero sobre todo en la gran influencia que tuvo su obra en la formaci�n del esp�ritu ingl�s. Chesterton muri� el 14 de junio de 1936, en su casa de Beaconsfield, Buckinghamshire, Inglaterra, poco despu�s de haber corregido las pruebas del que ser�a su �ltimo libro, El hombre corriente (1936). Espuela de plata tambi�n ha publicado el teatro completo de G. K. Chesterton, compuesto por los siguientes tres t�tulos: Magia. Una comedia fant�stica, El juicio del Dr. Johnson y La sorpresa, esta �ltima, publicada por Ediciones Ulieses.

Pr�sentation de l'�diteur :

El protagonista de la historia, Syme, es un polic�a que quiere luchar contra el crimen y se infiltra en un grupo anarquista. Pero el crimen al que se enfrenta es de naturaleza intelectual, y por ello m�s dif�cil de neutralizar. Uno de los polic�as involucrados en la misma misi�n que Syme expresa en qu� consiste su tarea con unas palabras que recuerdan la denuncia intelectual que Chesterton hab�a hecho en Herejes: Afirmamos que el criminal peligroso es el criminal culto; que hoy por hoy el m�s peligroso de los criminales es el fil�sofo moderno que ha roto con todas las leyes. En comparaci�n con �l, los ladrones y los b�gamos casi resultan de una perfecta moralidad, ya que, por lo menos, aceptan el ideal humano fundamental, si bien lo procuran por caminos equivocados. El hombre que fue Jueves adelanta el contenido de Ortodoxia. Syme manifiesta lo que �l considera el secreto del mundo, cuando se encuentra pr�ximo el final de las peripecias sufridas en esta estramb�tica aventura: �Quieren ustedes que les diga el secreto del mundo? Pues el secreto est� en que s�lo vemos las espaldas del mundo. S�lo lo vemos por detr�s: por eso parece brutal. Eso no es un �rbol, sino las espaldas de un �rbol; aquello no es una nube, sino las espaldas de una nube. �No ven ustedes que todo est� como volvi�ndose a otra parte y escondiendo la cara? �Si pudi�ramos salirle al mundo por enfrente!... Syme est� convencido –lo mismo que est� Chesterton- de que el mal es tan malo, que, junto a �l, el bien parece un mero accidente; el bien es tan bueno, que, junto a �l, hasta el mal resulta explicable. El subt�tulo de la novela "Una pesadilla", aporta la clave hermen�utica para la interpretaci�n de El hombre que fue Jueves. Al tratar de ver el mundo de frente, en la perspectiva adecuada que permite descubrir lo que hay de aut�ntico bien, se disfruta de su atractivo y se le pierde el miedo. Todav�a hay m�s: cuando se encuentra lo bueno, entonces se est� en condiciones de dar una explicaci�n coherente de lo malo. As� fue como Chesterton despert� de su pesadilla y vio el mundo en toda su luz. Cuando en su Autobiograf�a Chesterton evoca la publicaci�n de El hombre que fue Jueves, aflora precisamente su preocupaci�n por la cuesti�n de lo bueno: No me importaba demasiado el pesimista que se quejaba de que lo bueno existiera en una proporci�n tan peque�a, sino que me enfurec�a –al borde del asesinato- el pesimista que preguntaba para qu� serv�a lo bueno. En estas palabras se muestra una de las claves del credo chestertoniano: lo bueno tiene entidad por s� mismo. Cuando uno pretende buscar el para qu� de lo bueno, como si hubiera un inter�s detr�s o fuera un medio para otra cosa, lo bueno se diluye. Eso es justamente lo que los intelectuales contempor�neos no eran capaces de ver, porque hab�an perdido su capacidad de asombro.

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