Los profesionales vivimos día a día una realidad frenética. Tenemos un sinfín de responsabilidades, trabajamos durante jornadas interminables, afrontamos reuniones, eventos y crisis... Además, queremos controlarlo todo, como si fuéramos supermujeres o superhombres.
No es una vida fácil, nos exponemos al estrés, el agotamiento emocional y el burnout. Por eso recibimos recompensas que alimentan el ego: cargos con nombre sonoro, reconocimientos, incentivos económicos… Nos volvemos adictos a los aplausos, muchos aplausos.
Pero un día comprobamos que esas recompensas ya no nos llenan como antes. Las zanahorias ya no saben tan bien. Nuestro ego las va necesitando menos.
¿Por qué pasa esto? Porque apenas tienes tiempo para los tuyos; porque visitas a médicos y hospitales cada mes; y porque sientes que estás renunciando a tu esencia y por tanto a tu propia vida. Estos vacíos no los pueden llenar las recompensas profesionales.
Empiezas entonces a plantearte la necesidad de un cambio. Sabes que necesitas renunciar a cosas que antes eran importantes. Sabes que tienes que recuperar tu esencia y tomar las riendas de tu vida.
Pero no terminas de tomar una decisión, estás como en una parálisis. ¿Qué es lo que te frena? Muy sencillo: la gran renuncia a lo ya conocido no se hace de un día para otro; o, cuando “pensaste”, tu mente te muestra por qué no hacerlo o por qué sería una locura hacerlo. Hay que pasar por un proceso liberador y de transformación que tiene varias etapas.
La primera etapa es liberarte de la trampa del ego, la trampa que te ata al sistema de recompensas.
La segunda es dar el paso de cambiar de vida con un equipaje más ligero, apoyándote en un círculo de confianza y renunciando a algunas certezas.
La tercera es seguir adelante con toda la libertad interior de la que seas capaz y mirando de frente tus miedos e inseguridades.
Al final descubres que es posible ir recuperando lo que llamamos felicidad: no es otra cosa que el balance y la armonía entre mente y corazón. Y, además, ¡te ganas el premio gordo! Ganas paz, esa que pensaste que no existía realmente o que no eras merecedor o merecedora de sentirla a diario.
Para pasar por el proceso necesitas alguien en quien apoyarte, alguien que te cuente cómo se liberó de las trampas del ego y cómo afrontó sus miedos e incertidumbres.
Eso es lo que te ofrece El valor de renunciar. No es un libro de autoayuda o superación personal. Es nada más, y nada menos, que el testimonio vivo y las reflexiones de alguien, yo misma, que ya ha estado donde tú estás, que ha sentido cada sensación indescriptible que hoy sientes, que ha tenido cada pensamiento intrusivo y obsesivo y que ya ha pasado por lo que tú estás pasando.
Te contaré cómo me di cuenta de que lo que se llama éxito en realidad no llenaba ni mis más honestas aspiraciones ni mi corazón.
Te mostraré cómo antepuse mis necesidades a un ascenso profesional. Ser una profesional reconocida y prestigiosa tenía sus recompensas, pero nada compensaba no tener apenas tiempo para los míos o vivir con distintas enfermedades.
Conocerás cómo afronté mis miedos a la hora de emprender un nuevo proyecto que respondiera realmente a mi esencia y que solamente tenía una pequeña parte de aquello que yo pensaba que era lo único que sabía hacer.
Te hablaré de cómo aprendí a liberarme de mi ego y a confiar en lo que está más allá de nosotros, más allá de nuestros ojos y nuestra mente.
Todo esto te ofrece El valor de renunciar: saber que otros han pasado por lo mismo; conocer cómo es el proceso de renuncia; y aprender de la experiencia de alguien que ha pasado por él. De ti depende caminar sabiendo el terreno que pisas y cómo tienes que atravesarlo. Es el momento empezar el camino. Créeme, merece la pena, y las recompensas que tendrás serán tan grandes que incluso pensarás ¿por qué no lo hice antes?
